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<< ¿Cómo es posible que no se pueda levantar de la
cama? si antes lo hacía normalmente, ¿Cómo es
posible que le cueste desayunar o vestirse?, vea,
ya lleva tres días con la misma ropa, no se ha
bañado, usted es sólo un perezoso que no quiere
hacer nada, ya, deje de estar preocupado, Dios
proveerá, métale actitud, uno atrae lo bueno,
deje de pensar bobadas, yo no tuve nada cuando
pequeño y qué me pasó, nada, usted lo tiene
todo y así agradece, usted es un desconsiderado.
Dizque depresión, eso en mis tiempos no existía,
lo que le falta a usted es correa >>
Y aunque crean que es exageración, estas expresiones se las he escuchado a padres, amigos, hermanos, conocidos, e incluso, mucho de eso me lo han dicho a mí cada que
trato de ocultar mi evidente ansiedad ante las cosas. Una condición de la que hace pocos años pude ser realmente consciente, que me habita, que me acompaña, que incluso
me hace aceptar cualquier propuesta con tal de mantenerme ocupado para no pensar, para no volver, para no escucharme, porque ser un ansioso también es un acto de guerra constante, una batalla que libro contra mis propios pensamientos; no es
depresión, pero podría serlo porque también es real.
Es difícil dimensionar lo que sienten o piensan las personas con depresión, es complejo ponerse en sus zapatos y en ocasiones es demasiado frustrante intentar ayudarlos porque no se sabe a ciencia cierta qué es lo que les pasa, qué sienten, qué quieren, qué esperan, qué podríamos hacer para que estén bien. Y el problema es ese, ni siquiera ellos saben qué sucede, muchos ni siquiera se atreven a buscar ayuda, a ser sinceros y afrontar su
condición, a tratar de hacer un alto y observar sus tendencias autodestructivas. Y ¿para qué? Se preguntan algunos, si en todo caso nos van a decir que eso no existe.
Curioso por entender mucho de lo que me pasa, y de conocer personas cercanas con depresión o alguna condición de este tipo, me he encontrado con psicólogos y psiquiatras que incluso tienen opiniones diferentes ante esto, el escepticismo está en todo lado, pero solo quien lo vive sabe lo que se siente, por decirlo de la mejor manera. No es nada agradable pensar y pensar y pensar y pensar y darle vueltas al mismo tema durante horas, días o semanas. Detenerse y quedarse porque un pensamiento se vino a la mente y no hay nada que lo pueda sacar, un pensamiento negativo por demás que se apodera de
cada movimiento, de cada palabra, de cada situación, que me hace irritable a veces, que hace que me aleje de quienes amo, que evidentemente no es tan grave como una depresión, pero que he querido conocer y enfrentar durante años.
Juan Carlos Rincón Escalante y Cecilia Ramos (La Ché) hicieron un libro al que precisamente llamaron “La Depresión No Existe”. Un texto corto, ilustrado, rápido y muy profundo; una auto confesión por parte de Juan Carlos sobre su vida como paciente depresivo y todas y cada una de esas frases que las personas suelen decir buscando calmar el supuesto dolor que no logran entender o dimensionar porque no es evidente, es
invisible, imperceptible, no es un hueso roto, no es una gastritis, ni fiebre, ni coronavirus. Es una lucha constante con la mente, con los pensamientos, con el mundo, con nosotros mismos, es, en todo caso, Depresión.
Además de los análisis, de los datos, de los ejemplos y de las circunstancias que nos narra Juan Carlos acompañados de las caricaturas de la Ché, encontramos diferentes textos, estudios y experiencias que se han hecho entorno a esta enfermedad. El periodismo ha empezado a hacer un trabajo de concientización con respecto a este problema de salud pública internacional que día a día cobra millones de muertes a causa del suicidio.
Realmente no se puede comprender qué genera más ansiedad, si entender y ser consciente de una condición depresiva, o que quienes habitan a nuestro alrededor nos intenten calmar con frases de cajón que lo que hacen es aumentar el desespero, la incertidumbre y la frustración ante ese intangible que cobra vidas, mentes y tranquilidades. Lo decía Margarita Posada en su libro “Las muertes chiquitas”:
<< Cuando uno está triste, le hacen falta
cosas, pero cuando uno está deprimido no
le hace falta nada >>.
Otro texto que se ha publicado desde el sentir de una escritora que no busca otra cosa que narrar y narrarse en esta condición, y tratar de ser una ayuda ante este fantasma que habita en muchas mentes. Y ese es el detalle en cuestión. Esa insatisfacción constante que encontramos en artistas, pintores, escritores, cantantes, profesionales, líderes, niños, viejos y personas que ante los ojos de los demás están bien, “son normales”, pero que por dentro libran batallas que pocas personas son capaces de comprender o de creer.
Por ello, la invitación que nos hacen Juan y La Ché es a leer el libro para saber cómo tratar con personas en estas condiciones, no es una guía, es más una conversación sobre lo que no hay que hacer como primera instancia, y lo segundo es a ir a terapia, todos, porque en ciertos momentos de la vida hace falta encontrarnos con nosotros mismos para seguir avanzando. Luego de esto, si a su alrededor hay familiares o amigos en esta condición, lo mejor que podemos hacer es escucharlos, tratar de comprenderlos, estar ahí, solo eso, estar.
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