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Dicen los abuelos que las malas noticias son las primeras en conocerse y que la muerte es la única excusa para reunir a toda la familia. Antonio se encontraba en Nueva York cuando Eva, su hermana, lo llamó para informarle que su madre había muerto. Desde ese instante, Héctor Abad Faciolince nos introduce en la finca de los Ángel, una familia antioqueña, cuya historia es la representación de un país dominado por la violencia.
Mediante recuerdos se va construyendo página por página el sube y baja de circunstancias de la familia, que inicia cuando los ancestros fundaron el municipio de Jericó, lugar en el que actualmente está La Oculta, la finca; hasta la venta de la misma a causa de la violencia y las deudas. Héctor Abad, nos cuenta los miedos, los recuerdos y las experiencias de los hermanos que revelan el sufrimiento que se vive con el conflicto bipartidista, la guerra paramilitar, el ser homosexual o mujer con pensamiento liberal en un país católico, mojigato y conservador.
Y son estos relatos los que en una época de post-acuerdo se convierten en las historias, las memorias, los recuerdos y experiencias que se deben conocer para entender el tedio que durante años han sufrido aquellos que no conocen otra realidad que la guerra. Y son “Los músicos”, como se les dice a los insurgentes en el libro, la forma de retratar el temor de la gente ante la convivencia con desmovilizados. Lo complejo que es para quienes de verdad han sufrido el conflicto, pasar de la zozobra de no saber cuándo se van a morir, a tratar de normalizar la existencia junto a ellos.
La Oculta recuerda lo difícil que es aceptar un pasado que no abandona a quienes quieren continuar, y que a la vez se convierte en el espejo que se necesita para no cometer los mismos errores. Aunque el desenlace del dos de octubre (plebiscito) demostró al mundo que aún somos un país que se mueve en lógicas de violencia, conflicto, engaños, miedos y desconfianza a pesar de tantas historias, tantos libros, tantos muertos.
Por medio de los tres protagonistas, Antonio, Pilar y Eva, se muestran las perspectivas que se unen y se alejan al recordar La Oculta. Sentimientos encontrados sobre la necesidad y cariño de poseer algunos metros de tierra en lugares que en cualquier momento pudieron ser tomados por grupos armados, o en el peor de los casos por el gobierno, despojando a campesinos de su posesión más preciada.
De esta forma se relata la historia de una casa, de una familia, de una ciudad, de un país. Catarsis familiares que tienen como misión analizar los beneficios de vender la finca, pero también la nostalgia de los recuerdos que conserva, más allá de los muertos en el lago, o la violencia pasada, la política, la injusticia, los ancestros y herederos. La Oculta es, ante todo, la excusa para narrar una Colombia cambiante, un país que renace o quizás, simplemente, las vidas comunes que se transforman por los conflictos y la violencia.
Reseña publicada en la edición Venganza de la revista Víalterna, 2018