Todo está permitido
- Johan Andrés Rodríguez Lugo
- 6 jul 2019
- 5 Min. de lectura

imagen tomada de Imdb
La pantalla de cristal ha sido rota. La información, contactos, lugares, ideas y pensamientos ahora recorren el cuarto, la ciudad, el mundo. Black Mirror es esto, un universo completo de deseos cumplidos y por cumplir; un conjunto de experiencias y rencores que se acomodan estratégicamente, de manera moralista y con un uso exclusivo de la tecnología. Esta serie describe cómo el mundo interactúa con estas herramientas futuristas que tanto miedo generaron en el pasado y a las que ni siquiera Terminator, Matrix o los Supersónicos pudieron controlar.
El sol empieza su ascenso monótono, la luz del día invade cada espacio del cuarto y lo primero que hacen – hacemos - es apagar la alarma que suena en el celular, revisar las notificaciones, retuitear algo que nos gustó, compartir el meme del día y enviar unos cuantos mensajes a personas que en pocas horas tendremos al lado. Porque así es Black Mirror, narra la cotidianidad con historias reales que les suceden a los habitantes de este universo.
Al principio se pensó que la temática era simplemente la tecnología, la euforia de las masas, los deseos reprimidos de quienes aprovechan las redes sociales para ser lo que nunca han podido ser, o peor, para hacer lo que en la “vida real” no se atreverían: insultar, humillar, castigar, desear la muerte, matar. Pero luego de la primera temporada conocimos una serie que habla de ellos y de nosotros, de los implementos necesarios para destruirnos como si diariamente no lo hiciéramos. La tecnología se apodera entonces de cada espacio de la vida, de cada pensamiento, de cada acción.
En muchos capítulos muestran a los habitantes de un mundo totalmente cerrado quienes tratan de conseguir méritos para salir de la monotonía y llegar a la verdadera felicidad. Todo en esta serie trata de esto, la búsqueda del éxtasis individual por medio de objetos, casas, paredes y automóviles que se vuelven pantallas interactivas a necesidad; la búsqueda de méritos es constante, pedalear siempre para conseguir recompensas y volver a pedalear para obtener más beneficios y así poder llegar más lejos, tanto como los de arriba lo permitan.
Algunos ensayos de Freud explican que los recuerdos que creemos tener se basan en experiencias presentes frente a las pasadas, es decir, que todo depende del momento en que estamos viviendo para saber la forma en que recordaremos algún hecho. Existen recuerdos que se encuentran escondidos muy en el fondo del cerebro y solo una situación extrema podría traerlos, una situación tan extrema como presentir una infidelidad. Y con esto la serie trabaja muy bien. Los protagonistas siempre aparecen luego de la monotonía para intentar cambiar las reglas que, desde antes en este universo, parecen haberse determinado y más cuando alguno que otro capítulo toca el tema del amor, porque tanto allá como aquí este sentimiento siempre genera una revolución.
Son en total, hasta ahora, cinco temporadas y 22 capítulos. Todos con historias, personajes, situaciones y espacios diferentes. Un universo construido sobre las bases de la tecnología, los deseos, el amor, las relaciones y el odio hacia los demás. Creada por Charlie Brooker y producida por Zeppotron, conocida en el mundo británico por su fortaleza en la comedia. BM es transmitida en sus inicios por la televisión británica y ahora en Netflix.
Esta serie en sí misma es fundamental para comprender la condición humana entrelazada a la tecnología en su distópica forma de ser narrada. Contiene historias tan certeras que nos dejan un sin sabor y un pensamiento de que falta poco para calificar a los demás con 5 estrellas y que esto sea necesario para que cada quién pueda tener un estilo de vida cómodo.
Black Mirror ha intentado narrar los temas de la agenda mundial, la polarización ciudadana frente a la nueva política, o la vieja en muchos casos. Temas que pretenden mandar una señal de alerta sobre la situación ambiental, social, económica y política del mundo, nuestro mundo. Así ocurre en uno de los capítulos más representativos para quien escribe esta reseña, llamado Odio Nacional (alerta de spoiler), un capítulo extenso, el sexto de la tercera temporada en donde su hora y media de duración retrata un futuro sin abejas, una compañía multinacional que ahora las produce como robots y un usuario de redes sociales que crea un juego en el cual mediante el #MuerteA, logró centralizar los deseos de miles de usuarios para pedir la muerte a la persona que ese día es tendencia mundial por algún delito, error, o que sencillamente “merezca morir”. Algo que al parecer solo ocurriría en esta ficción, pues quién sería capaz de utilizar un #hashtag para promocionar la persecución hacia otra persona.
Claro, no todos los capítulos son buenos, no todas las temporadas son las mejores, por ejemplo la última temporada se podría considerar la más débil de todas. No solo por los pretensiosa o básica que se torna, sino por el descarado re-encauche de la serie Hanna Montana, perdón, este también es un spoiler, pues muchos se emocionaron con la campaña de espectativa que generó ver a Miley Cyrus como protagonista de la quinta temporada pero terminó siendo un capítulo homenaje, tal vez, aunque un poco, mucho, aburrido.
Esta serie en realidad no tiene un orden, es decir, se puede empezar por la última temporada, saltar al capítulo 10, volver al 6 y no perderse puesto que cada capítulo es una historia que hace parte del universo. Además, se produjo una película, Black Mirror: Bandersnatch, que necesitará otra entrada para hablar de ella, pero que fue una apuesta muy interesante, es una película interactiva donde el espectador puede decidir lo que le sucede al personaje principal, véala, trate de terminarla.
Este espejo negro se ha convertido en una de las series más vistas. Quizás su éxito radica, como lo dijo la escritora Carolina Sanín, en que somos tan doble moralistas que necesitamos de historias cotidianas sobre el rencor y la muerte para sentirnos satisfechos con el estilo de vida que llevamos, acusando a otros de cosas que en la intimidad tal vez estaríamos dispuestos a hacer. Si bien esta serie ha tenido mucho de qué hablar, el turno es para usted, para que la vea, la analice, la interprete y se visualice en este cristal de cotidianidad tecnológica donde todo está permitido. Es necesario aclarar que no se trata de buscar una excusa para ponerle un papel a la cámara de su computador por temor a que lo estén vigilando, tampoco es necesario que luego de verla deshabilite la opción de ubicación de su celular con la esperanza de que no sepan dónde está. Basta, de algún modo, con que entendamos que la culpa de los males cotidianos no está en las redes ni en los celulares, sino al interior de la expresión: “el medio es el mensaje”.

Texto publicado en la edición #18 CIBERCULTURA de la revista Panoramia, 2017.
https://panoramia.wixsite.com/revistapanoramia/copia-de-panoramia-16?fbclid=IwAR10jNLREee0Xjps8RnOnxRihEIkBtIWibtBlXrf2zpD2PX1smIuJ5zhvvA
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