Elogio a las malas madres
- Johan Andrés Rodríguez Lugo
- 9 may 2022
- 8 Min. de lectura

Imagen: Wix.com
QUERIDA AMIGA, A PESAR DE LA DISTANCIA AÚN CONSERVO LA FRAGANCIA DE TU RISA Y TU ALEGRÍA QUERIDA AMIGA, DEJARÍA LO QUE TENGO POR SENTIR SÓLO UN MOMENTO A TU MANO EN LA MÍA POR UNA CARICIA QUERIDA AMIGA, MADRE MÍA. [PIMPINELA]
No sabemos si Claudia ya es mamá, pero lo que sí sabemos es que su abuela no quería serlo y a su madre le tocó y no tuvo otra opción que seguir el camino tratando de no ser una señora de mala clase. Renunció a su trabajo, al sueño de estudiar en la Universidad y a ser otra cosa diferente de lo que se suponía debían ser “las muchachas de casa” de la Cali de los ochentas. Intentó ser un mejor ejemplo: más atenta, más pendiente, más serena, más tranquila, más como se espera que debe ser una madre cumpliendo esta lista de chequeo: únicas, pulcras e inmaculadas; sin embargo, como nos narra Pilar Quintana, en “Los Abismos”, al final del día, solo son mujeres improvisando, fallando, y siendo lo que somos todos: humanos. En una entrevista que le hizo Claudia Morales a Pilar Quintana, la escritora dice que desde que empezó a escribir lo hizo sobre las cosas que no se podían decir, a ella le atrajo siempre levantar las cobijas y escarbar lo que había debajo.
Acostumbrada a ver una imagen perfecta en las familias de Cali, de Colombia, de Inglaterra, del mundo, ella quiso mostrar siempre otras cosas: los males, los dolores, las angustias, los miedos y los terrores que ocurren realmente dentro de los hogares de abajo y de arriba, porque como nos explica Quintana, cada quien lucha sus guerras, aunque tenga una sonrisa en el rostro. Aunque estén en las fiestas con sus vestidos perfectos, sus matrimonios ideales, sus formas protocolarias de mostrarse en sociedad, detrás siempre hay abismos y selvas impenetrables de lo que poco o nada se habla. Pilar Quintana nace en Cali en 1972, es autora de cinco novelas y un libro de cuentos. Es una de las pocas mujeres que hacen parte de los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamérica en la lista Bogotá 39. Ha ganado premios internacionales como el Premio de Novela La Mar de Letras y sus textos han sido traducidos a varios idiomas. Participó en diferentes talleres y ha dictado cursos de escritura creativa, es una narradora versátil, con un tono cotidiano y cercano, describe y muestra lo que quiere que el lector entienda. Hoy es noticia por haber sido la ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2021 con su texto Los abismos, un libro terminado en cuarentena, del que hubo muchas versiones previas, un intento de dejarlo y un cambio en la voz narrativa para expresar realmente lo que quería contar Quintana: Si realmente existe un deseo de ser madre.
El tema de cuestionarse el papel de las mujeres en la sociedad ha sido parte esencial de la narrativa de Pilar durante sus obras. Uno de los escritos más populares es “La Perra”, en donde muchos conocieron la pluma de esta caleña radicada en Bogotá, que quiso mostrar las calles de su niñez, las formas de su sociedad y narrar lo que ocurre en una Colombia permeada por los males que desde siempre nos han perseguido, pero que aún hoy son tabú en las conversaciones cotidianas y hasta en las noticias: Suicidio, depresión, soledad, angustia, no ser lo que se supone.
Desde La Perra ya se nos explicaba un poco ese deseo que, se dice, tienen las mujeres de ser madres, algo que al parecer solo se habla entre mamás e hijas en el instante mismo que se está pariendo, pero que se forma o se ha formado a las mujeres en esta sociedad patriarcal y machista como algo que definitivamente tiene que estar en esa lista de chequeo que nos proponen como vida, pues en el mismo texto, la protagonista se angustia porque todos le dicen que si se pasa de cierta edad se va a secar y no va a cumplir con lo mínimo que es ser mujer: tener hijos. El hecho de formar una familia, un hogar, darle trascendencia al apellido y las mil y unas cosas con las que durante años se han educado a las mujeres, se ve, desde esta historia, en una señora que se siente frustrada y mediocre por no ser capaz de hacer algo tan natural como quedar en embarazo.

Portada: Literatura Random House
Pilar se pregunta sobre su propio deseo de ser madre y sobre esto nos cuenta la historia de Damaris, una mujer de la costa pacífica colombiana, trabajadora, dedicada a su hogar y al esposo que le tocó o “escogió”. Es una novela corta, rápida y llena de horrores cotidianos que le suceden a los habitantes marginales y pesqueros del pacífico. Ambientada en los paisajes oscuros de una selva costera impenetrable donde muchos entran, pero pocos salen. Es un libro adornado por acantilados como si fuesen historias lejanas o de otros, pero que son la muestra misma de lo habitual en distintos lugares de Colombia, vivir al filo es casi una constante en el país que no muestran los medios. La autora nos presenta una Damaris con un deseo infundado que quiere cumplir y que lucha y busca y trata y persigue y pregunta. Una mujer que se hace cuanta cosa le recomiendan con el único propósito de tener un hijo, de ser como las otras mujeres, de tener en sus brazos un ser vivo propio para educar, acompañar, mantener, cuidar y darle amor.
El texto inicia con la muerte de una perra, la madre de la segunda protagonista a quien Damaris nombra Chirli pues es el nombre que siempre le quiso poner a su propia hija. Pero Chirli no es como esperó Damaris, es rebelde, con una personalidad más definida que la misma protagonista, con sus propios deseos y formas de vivir, un animal que no nació para ser domesticado y que durante el libro hace cosas que le causan dolor a su dueña: Se pierde entre la selva, se va varios días de su casa y regresa aporreada y con heridas; no hace caso, no es guardiana, no es como los otros perros que hay en la casa: Danger, Mosco y Olivo, que a pesar de los tratos de Rogelio, el esposo de Damaris, hacen lo que “se supone” que deben las mascotas: Cuidar la casa, ladrar al ver un desconocido y no ser una molestia para sus amos.
Desde que Damaris se resignó a su idea de no tener hijos y empezó a omitir los comentarios del pueblo por su ausencia, decidió darle a Chirli la vida que debía tener un hijo. La cuidó, la trató de educar, de alimentar con los mejores trozos de pollo o carne, de darle dormida, amor y cobijo, al final, todos los planes quedan destruidos por la frustración misma que demuestra la protagonista ante sucesos del pasado que la acompañan constantemente y que la obligan a ser una trabajadora dedicada para pagar de algún modo sus errores. El libro finaliza como empezó, con muerte, dolor y angustia, y un deseo inmenso de huir de la sociedad y de perderse en la selva para no ser señalada nunca más. Este libro tuvo excelentes críticas para sorpresa de Pilar, si bien, los comentarios negativos son parte del proceso, y desde que Quintana empezó a escribir los recibió casi siempre, además de un pequeño caso de censura en Chile debido a un descuido en el Ministerio de Educación de ese país, en donde confundieron el contenido de su texto “Caperucita se come al lobo” con un libro infantil, quizás, por la coincidencia del nombre y el famoso cuento, La Perra tuvo críticas positivas y es uno de los referentes de la escritora. Luego de esto, tenemos el texto galardonado este año.
Los abismos inicia en la selva, pero no la del pacífico en donde habita Damaris, sino en la sala de una casa caleña de los años ochenta que es lugar de innumerables masetas con flores, plantas, árboles y demás adornos naturales. Una descripción de espacios y lugares del Valle del Cauca que buscan ubicarnos en escenarios de la vida cotidiana al mejor estilo caicedista. Quien narra el texto es una mujer que recuerda su infancia, ella se propone contar todo tal cual lo vivió y por ello conocemos la perspectiva de “Claudia pequeña”, una niña de ocho años que nos empieza a narrar cómo es su vida, cuáles son sus miedos, sus angustias y deseos, nos muestra su casa, su colegio, la casa de su tía y diferentes calles y zonas de un mundo que apenas está aprendiendo a entender.

Portada: Alfaguara
La niña Claudia nos intenta mostrar y explicar que su mamá, aunque buena, no es más que una mujer con deseos frustrados, sueños en pausa y recuerdos reprimidos que a la vez justifican sus actos del presente. Seguir la lectura es ver la vida a través de la inocencia que se presenta en la niña pero que el lector entiende mucho más, incluso, que la misma narradora. Se nos muestran escenarios y situaciones de una vida de mentiras, de angustias y rebeldías que, aunque la narradora no logra dimensionar, quien lee el texto desea explicarle a la pequeña o simplemente acompañarla para que no se sienta tan sola. La enfermedad que su tocaya, es decir doña Claudia, le causa mucho desconcierto a la niña, pues aunque se supone que es una rinitis que se trata con quietud y pañuelos kleenex, no entiende por qué su mamá dura varios días acostada en la cama sin moverse, empieza a consumir licor frecuentemente en distintas horas del día y deja de ser la mamá atenta que es a veces; se encierra en su cuarto, en su oscuridad, no se baña, no se arregla, no se preocupa por nada más que por tener su copa en la mano y las cortinas cerradas.
Pilar se cuestiona el hecho de ser madre en este texto y nos muestra una familia totalmente disfuncional que es el reflejo de una sociedad estructurada y formada en ciertos protocolos y listas de chequeo. La historia puntualiza en la vida al borde del filo donde los abismos cotidianos hacen exquisita las formas de pensar en finalizar los problemas. Incluso, una muñeca de Claudia decide que no quiere vivir más y se arroja por un acantilado. Una escena algo tensa que desde la narración misma de una niña nos enfrenta al hecho de que a veces subestimamos a los pequeños y creemos que no se dan cuenta de lo que les rodea, pero que sin duda y desde sus formas saben que lo que ocurre no es “lo normal” pero que la trascendencia viene en años posteriores cuando se hace memoria sobre los comportamientos del momento.
No es un texto feminista, porque como deja claro Quintana "no existe la literatura feminista", tampoco es una historia de vida que ayuda a las familias y mucho menos es un manual de cómo ser una buena madre. Los Abismos es la puerta de entrada a una situación común de miedos, angustias, errores, sueños, deseos y frustraciones; un grito ante lo que se supone es la vida y una rebeldía reflejada en mostrar que a veces la fachada es lo único que está bien en una casa. Los escenarios, los diálogos y las situaciones en el texto nos acercan a comprender y hasta justificar la maldad en las formas maternas de crianza, pues, aunque la Claudia mamá no quería serlo, intentó no repetir las formas de su madre.
Pilar y sus textos nos explican entonces que escribir sobre lo que nos angustia y sobre nuestros miedos, hace que enfrentemos situaciones que solo compartimos en un encuentro íntimo de amigos, esos deseos de juventud y de formación de vida, sobre todo en las mujeres, que hoy se cuestionan sobre su papel en la sociedad y se preguntan realmente si quieren ser madres, esposas, amantes y demás. De igual forma, Quintana nos propone diferentes preguntas sobre la vida misma y esas estructuras sociales de convivencia que se escapan de las manos cuando se lanzan por los abismos de la vida.
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